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Azul cielo

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El cielo de Sevilla es único. No hay otro igual en el mundo. Y yo, que no conozco el mundo entero, lo sé. porque hay cosas que sólo hace falta contemplarlas para comprender... Marco perfecto con el que Sevilla, tan hermosa como presumida, se muestra al mundo, milenaria y universal. Y única también.  Sevilla no tiene un color ni una luz especial... Lo es. Color y luz. Como el de su cielo. Su azul cielo... Sobre ella el cielo tiende su loto azul más puro... Antonio Machado

Recordando a Jesús de la Rosa

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Estos días se cumplía el 30º aniversario de la muerte, en trágico accidente de tráfico, de Jesús de la Rosa, voz y alma del mejor grupo de rock español, Triana. Pude visitar su tumba, junto a la de Tele, hace unos meses en el cementerio de Villaviciosa de Odón, en Madrid. Desde aquí, mi recuerdo hacia este genial artista cuyo legado brillará y permanecerá siempre, como la llama de Triana. Y lo acompaño con Diálogo, mi tema favorito de toda la discografía trianera. Gracias, Jesús.

Fotografías, de Mario Benedetti

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Las fotografías del antaño lejano y del antaño cercano nos miran y no se cansan de mirarnos, siempre con la misma pregunta: "¿Y qué pasó después?". A veces les respondemos pero la respuesta no les llega. Están aislados, inmóviles, sordos los pobres. Hay fotos que nos dejan amor, afectos, lealtades, simpatía, y no las podemos olvidar. Otras que nos dejan odios, enconos, fobias, desdenes. Tampoco las podemos olvidar. A las primeras las encuadramos; a las segundas, las archivamos con otros desperdicios. Hay poses de familia que son una síntesis de tiempo, pero también hay instantáneas que son apenas el pellizco de un pasado minúsculo. También nosotros, móviles y vivientes, vamos de a poco metiéndonos en fotos, y en ellas (por ahora) nos miramos a nosotros mismos. Pero los habitantes del 2008 o 2009 mirarán nuestros rostros fotografiados y desde ellos les preguntaremos: "¿Qué pasó después?". Qué cosa, ¿no?

El vagabundo

Entre sus paredes de cartón, a ras de suelo, ve la vida pasar. Si es que acaso le importa lo que ve. Cuando me atrevo a mirarle, su mirada, que alguna vez se cruza con la mía, me habla de tristeza y resignación. Sólo le queda esperar. Sobrevivir a un nuevo día ya no es un reto, sino un simple trámite. Le veo casi todas las mañanas, camino del trabajo. Él, que posiblemente también tuvo uno tiempo atrás. Trabajo, familia, casa y coche. Pero no reparamos en eso y caemos en el error de pensar que siempre fue así. Que siempre vivió en la calle; que nunca dejó de vestir esa piel de vagabundo y que su techo siempre fueron las estrellas. Pero no. A muchos de ellos, tiempo atrás, cuando tenían trabajo, alguien les esperaba al llegar a casa.   Ya sólo le queda el transcurrir del tiempo, de los días. Ésos que ya olvidó contar hace mucho, cuando entendió que su tren sólo pararía en la última estación. Olvidó contarlos como olvidó muchas cosas más. Ahora su mirada sólo habla de res...

Introducción sinfónica

Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo...